Movimiento sigiloso, de la esperanza paciente. Delicado, fuerte. Flexible, rígido. En constante espera dinámica. Todo se mueve, nada parece cambiar. Uno tras otro apacigua la mente. La cadena de intentos fallidos hace caer la tinta del tintero del sueño. La pluma continúa escribiendo, la mano efectúa el movimiento sigiloso, espera alcanzar una satisfacción inherente a la actividad, una que no parece existir. Luego retrocede la mirada sobre las palabras, sonríe el rostro, de realización, no entusiasmo, y acepta el hecho. ¿Qué más hace falta para satisfacer dicho deseo? Se busca, se escapa. No se encuentra. Aparece, desaparece constantemente. Siempre escribiendo. Siempre buscando esa sensación efímera. Siempre un movimiento sigiloso, un movimiento constante, una dinámica reflexiva en medio de una aparente búsqueda de una esperanza inexistente y una gratificación en la aventura de las palabras.
¿Tenemos reflejo? Parece que no influimos en la vida de los demás y, sin embargo, no es así. Sí, influimos mediante nuestros pensamientos en nuestra actitud, visión, acciones; y, en los demás, dejamos nuestra energía negativa pero… ¿realmente vemos que tenemos ese reflejo? ¿lo tenemos? Parece que vivimos a través de un espejo reflejado en otro, y así constantemente. ¿Cómo evitar verse la realidad? No digo que esos espejos reflejen realidades falsas; pueden ser verdades pero no completas. Al fin y al cabo, no creo en el reflejo personal completo en el mundo. Siempre hay una parte que permanece para la persona y así debe ser, si no seríamos meras copias de los demás. ...
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