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Mostrando entradas de octubre 10, 2017
       Era tarde, pero apenas marcaban las once. No lo aguantaba más. No podía esperar más. El tintineo constante del reloj de aguja marcaba el compás de su acelerado corazón, movido por la idea que apedreaba su cabeza: vete- susurraba- no vuelvas, y no mires atrás, sino adelante. Duerme.                     Así concluía, después el reloj desaparecía de su mente pero las agujas señalaban el número doce y acompasaban el pensamiento precedente al dulce sueño del cansancio acumulado, acumulado por interés en producir enérgicamente los efectos de su pasión, pasión que recordaría al cerrar los ojos para relajarse al son de las doce y cinco... con una sonrisa en la oscuridad. El pulso descendía; la respiración, en profunda, se convertía; y el sueño acrecentaba. Su cabeza y corazón se pusieron de acuerdo: le dejaron dormir, le permitieron soñar; y, el reloj, se disolvería en segundos en la dimensión de la imaginación, donde el tiempo no tomaría la palabra, sino que las ideas detendrían a
          A veces me encuentro en los demás; otras, descubro mi "yo" a solas, y en muchas otras ocasiones me pierdo. En mi mente, me alejo de la realidad y se me olvida que las emociones afectan: permiten vivir apasionadamente la vida, pero también alejarse de la realidad cuando menos conviene. "¡Qué estúpido todo esto!" me digo a mí misma y, sin embargo, cuánto efecto tienen en la percepción de la realidad, la vida y su significado, de nosotros mismos; y cómo nos hace recobrar la conciencia sobre nuestra existencia para vivir la propia vida intensamente de nuevo con perspectivas diferentes, aprendidas del exceso de emociones, o de la carencia de ellas.