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Mostrando entradas de abril, 2017
Las páginas conforman nuestra historia, llena de sueños e ilusiones como las ramificaciones de los árboles, crecederas constantes hacia el cielo. Las raíces sostienen el tronco, la lluvia las endurece, la luz del sol tiñe sus hojas, y la vida, con todos sus matices, evoluciona y experimenta esta oportunidad: la existencia; una portada tras otra, una contraportada continua.
Perfume de tu oído, vista de tu constelación, gusto retraído y amargor en el estómago. Cuánta vuelta intestinal provocada por el exterior, angustia hasta menguar en su consideración. Colores brillantes apagados al emerger el bunque de los pozos que al fin se rebelan otra vez. El cubo subirá y encharcará el suelo de hojas otoñales; pero primero, la cuerda, por la polea, deberá avanzar, y para eso, el aguador paciencia habrá de tener hasta así, relucir el agua y transparente aparecer.
Surfea la ola más alta, pues llegará a la arenada superficie. Recorre la altura más estremecedora, sobre la montaña rusa, para desprender rápido. Sueña con el ideal, sin trabajo duro, y caerás dormido entre papeles. Intenta mejorarte a ti mismo y puede que enfermes de vanidad. Sé otro, y tu yo auténtico te mirará, te descompondrás en pedazos, y luego, cuando te haya permitido destruirte hasta tocar fondo, conseguirás recomponerte y establecer metas realistas con las que imaginar un futuro, pero no una vida.
Cuando hablen los ojos, que los labios se cierren, que la cabeza se dirija al frente, que las manos queden tranquilas, que las orejas escuchen lo que fue anteriormente imposible de transmitir. Cuando te encuentres frente  una mirada transparente, pregúntate por qué, por qué el resto del cuerpo permanece quieto, inmóvil, o en continua agitación. ¿Qué desean transmitir? Los párpados no impiden ver, y la ilusión o las lágrimas de tristeza, frustración, de alegría, de satisfacción, de merecimiento, nublan la vista  pero no la percepción de la realidad absorbida por tan diminutos portales. Pasado, presente, futuro. Cuánto albergan dos pupilas, iris y esclerótica: Remordimientos, logros, recuerdos, ambiciones, sueños, historias, palabras dichas, pensamientos, conversaciones repetidas, ideas silenciadas, frases inspiradoras. Todo, tras los portales, alcanzadores del cielo, de las estrellas,  receptores de

Homenaje a la amistad

Nosotras somos las cuerdas en este mundo de locos; nosotras, la melodía en esta desarmonía, la cordura entre la locura, la sensatez de enanos entre la madurez inalcanzada, las rebeldes entre conformistas aspirantes de éxito, las magas en un mundo sin imaginación, las palabras mezcladas entre frases inconexas aparentemente, las piezas de un puzzle difícil de concebir completo; sí, las cuerdas en este mundo de locos, ¡no dejes de recordármelo nunca!
Estela de las estrellas, reflejo blanquecino del lago nocturno, sendas ocultas entre las ramas, hierba aplastada por las pisadas. La lluvia no impide mirar arriba, ahora el cielo está oscuro, acogedor; vosotras, las luces más insospechadas, os dejáis ver en el momento inoportuno y, hasta que no os refugiáis de nuevo, no comienza el día, bajo los rayos del sol. Tan pequeño planeta, tan grande el universo; ahí permanecéis y desaparecéis,  como nosotros, con el tiempo. Qué poco nos acordamos de  vuestra existencia e,  incluso y a veces, de la reflexión sobre la nuestra propia. Ahora son bombillas, farolas, intermitentes y carteles deslumbrantes, los que sustituyen en la ciudad este  refugio ajeno a las paredes. No contemplemos constantemente  fotografías o documentales, salgamos y miremos; aguardan con el tiempo desde su posición en el espacio, al igual que nosotros desde los pies en este mundo.

The light cannot dissapear, only diminish

La rutina nos hace olvidar, ser inconscientes. Podemos dejar que nuestro potencial disminuya con la repetición y el aburrimiento de vivir pero, al final, nos romperemos si no aspiramos a ser nuestra mejor versión de nosotros mismos, si no seguimos nuestro camino. Nos daremos cuenta de que nuestro potencial, nuestra luz, nunca había desaparecido. Nos percataremos de que ha permanecido siempre, incluso cuando la dábamos por perdida. Basta encontrarla para descubrir la riqueza que se halla en el ser humano y cómo, gracias a estos duros momentos, relucimos después con fuerza para mejorar el mundo aceptándonos, queriéndonos a nosotros mismos y ofreciendo a los demás un mundo donde la felicidad compartida prima y donde la realidad se mejora por sí sola con nuestra consciencia de un mundo mejor y nuestros pensamientos y acciones.