El paraguas frena las gotas de lluvia, no deja que conectemos con los demás, que nos calemos. El cristal impide acercarnos, pero vemos las gotas de agua: tan cerca, que nos alegramos al verlas; tan lejos, que parecemos vivir en un desierto. El plástico protege el aire; sin embargo, así el globo permanece inflado. Nos vamos desinflando con cada conversación, salida, reunión, tarea, objetivo, propósito: sin aparente cansancio. No nos damos cuenta: Somos un globo desinflándose. Un globo que acaba amurallando su aire mediante un cristal. Un globo que cubre, protege, de las otras gotas de lluvia y se enfrenta a ellas con la tela; no deja que lleguen a nosotros. Dejemos de acumular expectativas, seamos los efectos positivos de una sonrisa, la presencia del niño presente; no burbujas que explotan negatividad tras expulsar todo el aire, con el tiempo, que el plástico del globo, de nosotros, ha podido dar de sí: conectemos con nosotros mismos, conectemos con lo...
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