Parecía estúpida la situación. No
estaba más que con los ojos cerrados y pensando qué hacer tras un día de total
abatimiento. Los acordes de guitarra llegaban hasta mi tímpano por medio de los
auriculares pero la melodía me era tan lejana como la idea que la letra
transmitía. Sólo quería descansar de este solitario mundo en que había nacido y,
sin embargo, no era posible alejarme de una sociedad cansada y juiciosa. Sí, es
cierto, no era ni es siempre así, pero hasta los soñadores en algún momento se
vuelven escépticos para poder volver a soñar. Mi cabeza, apoyada contra la
pared, mi cuerpo sentado en la cama, no indicaba más que el agotamiento del
día. Sabía perfectamente que debía luchar; en ocasiones resultaba inevitable
pensar ¿para qué? Sabía, en cambio, que hallaría la respuesta más adelante y
que el desánimo por esta incertidumbre se desvanecería: por el momento solo
dejaría establecerse en mí la paciencia y el lento avance de la transformación
de esta estúpida situación a una significativa, a una memoria que en un futuro
recordaría como otra experiencia más para conocerme mí misma y aspirar a ser
mejor.
Si tan solo quisiera escuchar, atendería. Si quisiera aprender, conocer, escucharía. Escuchar las palabras, los silencios, los errores, los aciertos, el significado de los gestos, de las indecisiones, de los sinsentidos, de las convicciones. Vería toda su realidad, la viviría sin experimentarla toda, pero aún así la sentiría de un modo más profundo que ahora, más vívida. Tal vez le llevase a pozos de desánimo o desajuste tal complejidad, pero merecería la pena el esfuerzo si al final hubiese contemplado su recorrido y hubiese dejado una pequeña huella, marcada por el superfluo contenido que aposenta en el papel, lleno de tinta; pues todo continúa, y quien dijo una vez una idea, puede cambiar, y si regresa a ella otro apremiante de la escucha, de la curiosidad, puede recuperarla y hacerla florecer adaptándola a su vida. Un día es una mancha; otro, un concepto con el germen de una revolución, con otro nombre. Pero primero empieza así: escucha, aprende, pasa el timón a las siguientes
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