Parecía estúpida la situación. No
estaba más que con los ojos cerrados y pensando qué hacer tras un día de total
abatimiento. Los acordes de guitarra llegaban hasta mi tímpano por medio de los
auriculares pero la melodía me era tan lejana como la idea que la letra
transmitía. Sólo quería descansar de este solitario mundo en que había nacido y,
sin embargo, no era posible alejarme de una sociedad cansada y juiciosa. Sí, es
cierto, no era ni es siempre así, pero hasta los soñadores en algún momento se
vuelven escépticos para poder volver a soñar. Mi cabeza, apoyada contra la
pared, mi cuerpo sentado en la cama, no indicaba más que el agotamiento del
día. Sabía perfectamente que debía luchar; en ocasiones resultaba inevitable
pensar ¿para qué? Sabía, en cambio, que hallaría la respuesta más adelante y
que el desánimo por esta incertidumbre se desvanecería: por el momento solo
dejaría establecerse en mí la paciencia y el lento avance de la transformación
de esta estúpida situación a una significativa, a una memoria que en un futuro
recordaría como otra experiencia más para conocerme mí misma y aspirar a ser
mejor.
¿Tenemos reflejo? Parece que no influimos en la vida de los demás y, sin embargo, no es así. Sí, influimos mediante nuestros pensamientos en nuestra actitud, visión, acciones; y, en los demás, dejamos nuestra energía negativa pero… ¿realmente vemos que tenemos ese reflejo? ¿lo tenemos? Parece que vivimos a través de un espejo reflejado en otro, y así constantemente. ¿Cómo evitar verse la realidad? No digo que esos espejos reflejen realidades falsas; pueden ser verdades pero no completas. Al fin y al cabo, no creo en el reflejo personal completo en el mundo. Siempre hay una parte que permanece para la persona y así debe ser, si no seríamos meras copias de los demás. ...
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