Quiero descubrir qué me hace brincar de la cama cada mañana, qué me hace sonreír, qué me hace sentir que estoy viva y qué me permite recordar la importancia de vivir despiertos. Quiero explorar sensaciones distintas, movimientos inesperados, palabras pronunciadas, escritas y silenciadas, frases inacabadas, viajes improvisados, lugares ocultos, paisajes exóticos, costumbres ajenas, olores refinados, sabores deliciosos, tejidos suaves, pinturas entrañables, gestos solidarios, sonrisas humildes, alegrías explosivas, llantos satisfactorios, bostezos aburridos, colores mezclados, lenguas extranjeras, libros viejos... Quiero explorar más allá de lo que mi mente me hace creer que existe y descubrir todo aquello que sobrepasa mis pensamientos, mis sueños, hasta llegar al día en que una lágrima de alegría recorra mi rostro y mi último pensamiento sea: "¡Qué día más maravilloso! ¡Mañana otro!"
Si tan solo quisiera escuchar, atendería. Si quisiera aprender, conocer, escucharía. Escuchar las palabras, los silencios, los errores, los aciertos, el significado de los gestos, de las indecisiones, de los sinsentidos, de las convicciones. Vería toda su realidad, la viviría sin experimentarla toda, pero aún así la sentiría de un modo más profundo que ahora, más vívida. Tal vez le llevase a pozos de desánimo o desajuste tal complejidad, pero merecería la pena el esfuerzo si al final hubiese contemplado su recorrido y hubiese dejado una pequeña huella, marcada por el superfluo contenido que aposenta en el papel, lleno de tinta; pues todo continúa, y quien dijo una vez una idea, puede cambiar, y si regresa a ella otro apremiante de la escucha, de la curiosidad, puede recuperarla y hacerla florecer adaptándola a su vida. Un día es una mancha; otro, un concepto con el germen de una revolución, con otro nombre. Pero primero empieza así: escucha, aprende, pasa el timón a las siguientes
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